martes, 27 de diciembre de 2011

LINAJES REALES

La Otra Dinastía es el nombre que Balansó otorgó a la que consideraba monarquía de recambio en España. La denominada dinastía carlista.
Pero es una patraña. Si la actual familia real al completo no pudiera suceder en el trono, es un avatar imposible y que nadie desea, evidentemente, el trono de España debería ser ocupado por el infante don Carlos, primo hermano de don Juan Carlos y pretendiente además al trono del reino de Dos Sicilias.
En Francia, como en España, existen dinastías de repuesto. Nada menos que tres.
Los Orleans, cuyo pretendiente es el actual conde de París;
los Borbón Anjou, la dinastía legítima, con el bisnieto del Generalísimo, don Luis Alfonso, duque de Anjou, al frente;
y los Bonaparte descendientes del emperador Napoleón, con Juan Cristóbal Bonaparte, príncipe Napoleón, a la cabeza.
Tres dinastías que surgieron tras los desmanes de la infausta revolución y del desgraciado fin del antiguo régimen.
Hoy me permito proponer a su consideración, improbable lector, un brevísimo esbozo de las armas del gran maestro de nuestras ciencias Hervé Pinoteau, barón Pinoteau, quien fuera durante más de cuarenta años vicepresidente de la Academia internacional de heráldica. De la buena, se entiende. De la fundada en 1949 con sede en Suiza.
Este gran maestro de nuestras ciencias, genealogista de altísimo nivel, tomó partido, como consecuencia de sus estudios, por la dinastía Borbón Anjou considerándola como única legítima a acceder al trono de Francia.
Paradójicamente, es sobre lo que pretendía hoy llamar su atención, improbable lector, sus armas muestran un franco cuartel siniestro de gules, con una espada alta de plata. Engrandecimiento de honor propio de los barones militares del imperio napoleónico.
Y es que efectivamente, estas armas son heredadas del primer barón Pinoteau, título otorgado por el emperador Napoleón en 1814.
La paradoja surge al comprobar que un titulado por la dinastía Bonaparte, que muestra sin rubor sus armas con la marca propia de los nobles del imperio, prefiere en conciencia, tras una vida dedicada a los estudios genealógicos y heráldicos, la legitimidad de una dinastía rival: la acaudillada por don Luis Alfonso.