viernes, 30 de septiembre de 2011

¡YA!

No me empeño en hacer de este blog un espacio abierto, común, ameno, aderezado con una pizca de humor, aunque evidentemente nunca lo logre, para soportar las exigencias de quienes aseguran poseer la razón en exclusiva.

Me refiero a aquellos que consideran la discrepancia frente a sus ideas como un agravio. A los que hacen prueba de su razón recurriendo al insulto. Insulto contumaz, permanente, personal, ajeno a cualquier disquisición heráldica. A quienes pretenden controlar cualquier movimiento en una comunidad heráldica que los ha, sistemáticamente, rechazado.

¡Ya está bien! Déjennos hablar de armerías. Fleten su propia página y dispongan sus insultos a voluntad. A los demás, por favor, permítannos vivir en paz.