martes, 29 de junio de 2010

PEDRO Y PABLO

Hoy se celebra la fiesta de dos santos que, durante su vida terrenal, estuvieron a punto de dividir la Iglesia primigenia en dos mitades: Pedro y Pablo. Ocurrió durante el primer concilio, el concilio de Jerusalén, en torno al año 49.

Pedro y sus seguidores tuvieron noticia de que los conversos al cristianismo de determinadas zonas de la culta provincia romana de Grecia no cumplían los preceptos propios de la ley judía.Se convocó el concilio con el propósito de recordar que era necesario ser devoto cumplidor de la ley de Moisés para seguir los dictados del Maestro.Pero no contaban con Pablo, enérgico orador, que recordó que el único mandamiento, el resumen y cima de todas las obligaciones religiosas, no era más que comportarse con los que nos rodean tal como nos gustaría que nos trataran. El resto de normas judaicas era banal y prescindible.

Sí, el resultado de las deliberaciones, que alcanzaron cotas de conflicto que casi desembocan en un cisma, fue el opuesto al motivo por el que se había convocado.El documento final de las reuniones, el denominado decreto de Jerusalén, estableció literalmente: Fue el parecer del Espíritu Santo, y el nuestro, no imponerles ninguna carga más que estas cosas necesarias: que no coman carnes sacrificadas a los ídolos y que se abstengan de todo lo que no quieren que otros hagan con ustedes. Así se recoge en el libro llamado Hechos de los apóstoles, sin duda uno de los mejores de la Biblia, capítulo 15, en el texto comprendido entre los versículos veintitrés y veintiocho.