jueves, 24 de junio de 2010

CANTONES

¿A qué heraldista no le han llamado la atención las placas de matrícula de los automóviles de Suiza? La Confederación helvética, probablemente uno de los países más civilizados del mundo, y quizá precisamente por eso, exhibe las armas de sus cantones no solo sobre las identificaciones de los coches, sino sobre cualquier objeto de uso cotidiano susceptible de admitir el adorno de un escudo.
Hoy únicamente se exponen tres ejemplos de armerías de las regiones de aquella cultivada nación.Las armas del cantón de Berna cargan una banda de oro, con un oso de sable pasante, sobre campo de gules.Se trata de un motivo parlante. Berna, en la lengua nativa de la zona, el alemán, se escribe Bern y se pronuncia de forma similar a la palabra Bär, que significa oso. En su día estas armas se timbraron con corona, hoy desaparecida. Las armas de la ciudad que da nombre al cantón son idénticas.

La región de Glaris muestra en su escudo de gules la imagen de un santo, san Fridolino, irlandés que cristianizó aquella área. Durante siglos, la iglesia que fundara san Fridolino, que sus seguidores consagraron a su recuerdo, fue única en la zona alcanzando a ser, consecuentemente, patrono de aquellos lugares.

Las armas del cantón de Ginebra, el medio pollo y las llaves de la bodega que se expusieron hace ya algún tiempo, mantienen un simbolismo bastante evidente. El escudo es un dimidiado, es decir, el conformado por la unión de los cuarteles diestro y siniestro de sendos partidos. El águila saliente de la partición, realmente dimidiada, de sable sobre campo de oro, de resonancias imperiales, recuerda efectivamente el antiguo estatus de ciudad imperial libre que poseyó Ginebra. La llave de oro en campo de gules, aunque puesta en palo sugiere las armas de los Estados de san Pedro. Y es que realmente quiere significar al primer papa, patrono de la catedral de la ciudad que da nombre al cantón.